jueves, 9 de abril de 2009

Sólo faltó que me ofreciera un plato de arroz y que me dijera "ahora, ve a bañarte"

Había logrado apoderarme de un asiento que daba a la ventana y acomodarme para leer un libro con poemas muy breves y mucho espacio vacío en sus páginas.

- "Esa es una aberración ecológica" dijo ella.
- "Así es como se escribe el silencio" dijo él.

De pronto una familia se subió a la micro, pasaron a la parte de atrás y dejaron una niña de 7 años sentada a mi lado. Me preguntó de qué era mi libro. Hablaba con acento argentino, me dijo que le gustaba ir a la playa, sobre todo en la noche, a veces iba sola. Decía que tenía 10 hermanos, algunos por parte de su papá, y otros por parte de su mamá, fue capaz de decirme el nombre de todos ellos, y contarme una que otra historia.

Decía que se acostaba tarde y que dormía 2 o 3 horas solamente. Le gustaba andar en bicicleta, nadar, pintar, tocar música, cantar, caminar. Varias veces insistió diciéndome que yo no tenía acento de chileno, se reía de mi forma de asentir con la cabeza, y se reía de que repitiera tanto la palabra "ya".

Me dijo que le parecía muy raro que yo no tuviera novia, todos sus hermanos y hermanas tenían, incluso los más chicos. Pensé en decir en algo, pero me interrumpió diciendo que a veces las niñas y los niños son complicados. No le gustaba pelear y siempre que podía trataba de ayudar a los demás. Le costaba entender por qué algunas personas hacen daño a otras. Parecía tan contenta, y yo que me sentía tan lejos de esas sensaciones. Después que se fue no pude volver al libro, y me fui pensando todo el camino en ti.