lunes, 26 de septiembre de 2011

El alto precio de la carencia de fama. (Young boy chinese price)

Las galletas rellenas con crema siempre fueron demasiado para mí.
Tú siempre tuviste un interés particular por las rellenas y bañadas en chocolate.
Yo antes era eso para ti, el baño de chocolate, pero no de esos con "sabor a...", sino del real, de ese con un gran porcentaje de cacao.
Pero un día llegó a tus manos el alfajor relleno con salsa de frambuesa.
Su suave bizcocho, las pepitas de la fruta entre tus dientes, era otro mundo.

Ahora tengo que borrar todas tus fotos de mi vida y ¿cómo lo hago?
Cada vez que me envías un saludo de cortesía, que me encuentro contigo en algún pasillo, tengo que recordar que de pronto ya dejé de interesarte y que nunca supiste cómo decírmelo.
Entonces tenemos que finjir que sólo nos distanciamos por el tiempo y por otras tonterías.
Tengo que finjir que ya no me duele y que no me dolió nunca nada.

Ya me he cansado de tus disculpas hace años, pero las sigo aceptando, sigo lloriquendo por los rincones, y todos los que me escuchan dicen "deja de pensar, deja de pensar".

¡Es que aún sigo borrando tus fotos S.!
¡Sigo borrándolas día a día, pero siguen apareciendo!

Entonces me pongo a pensar en qué podría haber hecho distinto, qué camino podría haber seguido para permanecer dentro de la casilla de tus intereses.

Ya ni siquiera sé cómo terminar de decir esto, se me olvidan las palabras, se me desvanece el invento.

No sé mentirte S., no sé mentir, quién lo habría dicho, yo, que siempre fui el mejor arlequín.

Buen viaje mon ami, bon voyage, quiero que sepas que ya no te espero, aunque no te interese saberlo, quisiera que te doliese sólo un poco, tal vez únicamente por cortesía.

3 comentarios:

  1. que bueno, sigan escribiendo. es raro como llegué acá. me gustó encontrarlo y seguiré visitando, si no es molestia.

    ResponderEliminar
  2. Extraño verte y conversar tardes enteras... y beber un té mientras el gato se mete a la caja del árbol de navidad y tu sweater... todas las tiendas de lana me recuerdan a ti, pero eso ya tampoco importa, ya es tan poco lo que importa. Hemos ido enviudando de tantas cosas...

    ResponderEliminar
  3. Nunca me gustó su apellido, cuando lo vi ahí entre los tantos en el listado con esa letra diminuta, pensé eso y desde ahí no me acuerdo de nada más. Sé que tampoco importa. Siempre pensé que el fin se aproximaría, lo supe desde el segundo primer momento en que realmente te vi. Ahora me extraña que extrañes ese sweater, te cuento que A. lo destejió para construir uno nuevo. No es lo mismo, ya nada es lo mismo, pero estamos bien. Tal vez haya sido para mejor.

    ResponderEliminar