Tal vez debería enumerar la variedad de ocurrencias que salieron de tu boca en tan corto tiempo y de forma tan espontánea. Ni aunque lo deseara podría recordar una de ellas. Y te aseguro que tampoco podría F.J., porque mientras te mirábamos pensábamos cada cual cosas diferentes. Y es que él no podía dejar de preguntarse si se iría al infierno o si miles de insectos lo atacarían de noche por haber esparcido con la brocha el pequeño cuerpo de ese mosquito mientras pintaba las paredes del baño; y yo aún no podía creer que hubiesen echado a Raimundo del reality show...
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