miércoles, 14 de julio de 2010

Yo, espero.

Anoche, mientras terminaba de escuchar la preparación de esa deliciosa receta por la radio, comencé a preguntarme cómo he de decirle aquello que pienso decirle.
Ingresé, como hace ya un par de meses suelo hacerlo, a su sitio web, para ponerme al día sobre su vida.
Hay gente que se expresa tan bien escribiendo. No me considero entre aquellos, tampoco entre los que poseen el don de la palabra, simplemente me auto-posiciono ente los incomprendidos. No crea usted, estimado lector, que he de otorgarme mucha importancia por dicha afirmación, bien claro tengo que no es de mi interés darme a entender. En ocasiones, simplemente pierdo la paciencia con bastante rapidez, pierdo el hilo de lo que quiero decir, me aburro de las conversaciones, de las actitudes, de las lecciones de vida, de las personas, animales, tiendas, vestimentas, decoraciones, adornos, cortinajes, útiles de aseo, de los alimentos: aunque sólo salados. Yo nunca me he aburrido de los dulces.

1 comentario:

  1. Comprendo perfectamente bien que no he logrado comprender lo que usted dice aquí... mi querido amigo...

    No recuerdo muy bien aquel pasaje de Isaías... pero creo que iba más o menos así:

    "Bienaventurados son los incomprendidos, porque de ellos es el reino del placer".

    Y ambos sabemos lo placentero que son los dulces...

    Por otra parte... el aburrimiento es un invento de la aristocracia, y creo que luce muy bien en usted.

    Estoy usando demasiado los puntos suspensivos y eso me preocupa.

    Espero no prontamente sino deleitar mi paladar con su ahora ya no tan nueva receta.

    Su viejo y un tanto anticuado amigo,

    H.S.

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